Está allí.
Solo basta girar hacia un lado u el otro la llave para poderlo abrir.
Solo basta girar hacia un lado u el otro la llave para poderlo abrir.
Solo basta hacer un "clic" para que comience a girar.
Ése es mi cuarto.
Mi cuarto secreto.
El de los espejos, el que me enfrenta irremediablemente al presente, al ayer ¿al futuro?, en ese sentido no sé que pensar.
Mi cuarto de los espejos, me ayuda a soñar con lo que pueda pasar ahora mismo, cuando de tres pasos me enfrenta a una ensoñación que a menudo dudo que sea la verdad.
Espacioso. Amplio. Frío, muy frío, tanto que ni una bocanada de aire caliente lo puede caldear.
Mi cuarto de los espejos -cuando me retrotraigo- es impiadoso quizás porque no sabe mentir y me muestra una verdad que en ocasiones me cuesta asumir y "tragar".
Y hago "clic", cuando quiero verme de pequeña, correteando de aquí para allá. Inquieta. Presumida -nunca podré explicar el motivo- conformándome con lo que "había y lo que habrá".
Pensando que la infancia se poblaba de ángeles que me protegerían de toda maldad. Y yo, princesa de un reino de ansiosos de justicia podía indicar el camino, el sendero para conseguir que sus sueños se hicieran realidad.
El cuarto de los espejos -de mis espejos- se componen de cientos, miles de figuras de lo que fui, de lo que soy, y ¿de lo que seré en un futuro cercano o lejano?
Quizás.
Señala fallos y carencias.
Palabras dichas al azar.
Promesas incumplidas y otras cumplidas con creces.
Amigos que se fueron.
Y otros "conocidos" -que no amigos- que van, vuelven, se ríen a escondidas de mis errores y de los demás.
Mi cuarto de los espejos es cruel. Quizás por eso son pocas las veces en que giro el picaporte para sumirme en su realidad.
Me muestra quien soy yo de forma desgarrada ¡y cuanto me cuesta asumir la realidad!.
Me hace ver que estoy sola cuando quiero estarlo.
Acompañada cuando se me pegotean y me encuentro incapaz de decir ¡basta ya!.
Sensible hasta el más alto de los límites y con una infinita capacidad de dar.
A veces ¡tan invisible para el resto que reprimo el llanto y la angustia!
A veces tan clara y transparente que "estaría dispuesta a darme un cachete ¡¡¡y con ganas!!! para apoyar los pies y volverme a la realidad.
También mi cuarto tiene un espejo enorme -como creo haberlo contado- que me muestra el futuro.
Pero ése, ni siquiera lo mira de soslayo.
Ni una ojeada le echo.
Mi futuro prefiero moldearlo con barro y arcilla.
Con piedra y polvo arrastrado del camino que me tocó transitar.
Supongo, en realidad lo sé, que ése espejo futurible tendrá mucho de mi...y de todos los demás.
Se me antoja piadoso y cruel a la vez.
Con palabras que repetí y frases que pretendo olvidar.
Con un amor infinito por todo lo que hice y fui y por lo que vendrá.
Con una lucha continua que me he ganado a pulso y pretendo no abandonar ¡jamás!.
Sensaciones encontradas que ni quiero ni pretendo explorar, aunque estoy convencida que en cada trocito de nuestro corazón, hay un cuarto de espejos, intentando mostrarnos la realidad.
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Una delgada línea roja que juramos y
per -juramos, nunca traspasar.
Y lo hacemos.
De un día al otro y sin caer en la
cuenta.
Tal vez porque hemos sido absolutos
“negadores” de una realidad que se estrellaba ante nuestros ojos, y sin
embargo, jamás de los jamases quisimos ni tomar en cuenta ni observar.
Dar un saltito y cruzar el umbral es
duro.
El umbral es determinante.
El umbral se mantiene silencioso pero
cuando alza la voz no da ni un paso atrás.
Y si en ese “umbral” que jamás has
reconocido porque ni siquiera le das importancia a lo que sucede a tu
alrededor, le restas la razón que está
indicando, pierdes sensaciones, recuerdos, realidades que solo con muy buena
voluntad de los que te rodean ¡¡¡y vayan si te lo han indicado!!!..quieras o
no, se puede desdibujar..
El “umbral” es muy sencillo de
cruzar.
Y tremendamente complicado –resulta-
cuando lo hiciste, dar “un pasito pa’ tras”.
El “umbral” te juega malas pasadas y
te pinta una realidad que ¡¡¡ni es por asomo la realidad!!!.
Te miente y acaricia la espalda cuando ya las caricias no
sirven.
Te regala palabras al oído que son,
justamente, las que quieres escuchar.
Te amarra con unos brazos ¡tan
poderosos, tan complacientes que ni siquiera te empeñas en dar un giro a tus
ojos y mirar hacia atrás!.
Del “umbral” se puede salir.
Deshacerse de él ¡con tanta
facilidad!
Pero…siempre y cuando tú pongas los
pies en la tierra.
Admitas tus errores y tus falencias.
Cuando llores y te muestres tal cual
eres..
Cuando admitas lo que has dejado.
Cuando reconozcas que te has
imaginado un mundo y una realidad que ¡nada tiene que ver con la que te ha
vendido.!.
Cuando te cojas la cabeza con las dos
manos, saques “de dentro” todo lo malo, lo bueno, lo peor y lo mejor de ése
universo que ¡sencillamente nada tiene que ver con ése que querías y
pretendías!!!
Te repito: del umbral se puede salir.
No es sencillo.
Nada es sencillo.
Pero tienes que poner MUCHO DE TU
PARTE, y no pedir que PONGAN DE SU PARTE el resto, lo efímero, lo inconsistente, lo vano y
absurdo. Los demás…
¡Ánimo!
¡Que con ánimo, fuerza, ganas y
admitiendo los errores propios, aceptando los ajenos, DIEZ A UNO que lo
conseguirás!!!!
El umbral es amigo y enemigo.
Amante silencioso.
“Señalador” de nuestros errores.
El umbral es todo y nada.
Pero ¡todo! Es mejor…