Recuerdo que hace muchos, muchos años, una tía materna que era poco tierna y nada cariñosa siempre tenía a flor de piel y en la
punta de los labios la frase – dijeras lo que dijeras- “¡eres una mentirosa!”
Esa palabra, esa sola palabra final (mentirosa), que se encargaba de remarcar y arrastrar como si
gozara infinitamente al pronunciarla y le causara un placer incalculable, me
dolía más que un cachetazo inesperado en la boca.
Desde entonces – desde esos momentos que aunque intento no recordar
me asaltan por sorpresa sin avisar- me prometí no mentir jamás.
Y con el correr del tiempo, debo confesar sin ponerme roja ni
ocultarlo, que no rompí una sino cien mil veces la promesa e intuyo que lo
volveré a hacer sin más.
Cuando le comenté el pecado
a un buen amigo psicólogo, se llevó
las manos a la cabeza sonriendo y repitiendo por lo bajo: “Ah…¡qué horror!!!”.
Y después de unos segundos agregó: “Nadie dice nunca la verdad, sobre todo cuando
hablamos de nosotros mismos y siempre cambiamos algo para atenuar la tristeza
que produce la realidad”
“Toda la verdad, repito, nunca la dice nadie. Tal vez sea por miedo a mostrarnos
tal cual somos, a desnudar defectos y debilidades, angustias y miserias. Terror
a darte a conocer cómo eres, experimentar en el otro rechazo, “miedo al contagio”
y recelos. Abandono y lejanía. Exclusión y desconfianza. Temor”
“Los que afirman que
no mienten son los más peligrosos y de ellos justamente debes desconfiar.
Cuando indagas un poco, tan solo un poco y les preguntas que hacen, cómo viven,
cualquier detalle que parezca algo trivial empiezan a contar sus batallitas, sus logros y proezas, sus
méritos y conquistas y en general exageran
y se atribuyen cualidades de aquellos a los que admiran pero están lejos de
conquistarlas… o lo que es peor, están convencidos que no las conquistarán jamás….”.
“La vida está llena de mentiras gordas y graves.
Imperdonables y justiciables. Mentiras arriesgadas que pueden poner al borde
del estallido y del colapso a un país”.
“Mentiras piadosas que forman parte de nuestro día a día y que
podríamos llamar “perdonables” sencillamente por un motivo: “a la mayoría de
los seres humanos les enferma la sinceridad”
“Mientes cuando dices “me lo esperaba” y la puñalada trapera
que has recibido te desequilibró hasta el punto de perder el sentido.
“Mientes cuando dices te amo, y solo hay entre él y tú, solo
una entrañable amistad”
“Mientes cuando susurras: “Ya estoy acostumbrado”, cuando a
la traición nunca te acostumbrarás”
“Y lo haces cuando en vez de decir NO con todo el cuerpo,
bajas la cabeza y te dejas humillar”
“Y vuelves a mentir cuando excusas tu parsimonia en un “yo no
podría” sabiendo perfectamente que si te
empeñas lo harás”
“Si todos los mentirosos fuesen al infierno, ya no cabría ni
un alfiler más…”
“Debemos aceptar que la mentira forma parte de nuestras
vidas, pero el gran secreto es descubrir quién las dice, en qué momento, con
qué oscuros fines y hasta donde pretende llegar”, agrega.
“Siempre ten presente tres frases dichas por tres hombres
sabios:
.”Las mentiras más
crueles son dichas en silencio”
.”Con una mentira suele
irse muy lejos, pero sin esperanzas de volver jamás”
.”No porque todo el
mundo crea en una mentira, esa mentira se convierte en realidad”…
Hasta la
próxima…
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