CARPE DIEM (Horacio 65aC-8aC) “Toma este día como si no fuera a existir el siguiente”

domingo, 12 de octubre de 2014

NO NOS DAMOS CUENTA



No nos damos cuenta, hasta que caemos en la cuenta que nada es como nos lo habían pintado.
Que la realidad no tiene una sola cara, y las otras, las que ni siquiera imaginamos, nos acechan dispuestas a despertarnos y volvernos de un navajazo a poner los pies sobre la tierra.
No nos damos cuenta de lo que somos ni de lo que valemos, hasta que todo se esfuma y nada es igual.
Cuando la estructura se desmorona.
Cuando quieres gritar y la voz se niega a salir.
Cuando el mundo que tenías desaparece sin siquiera haberlo notado –porque fue todo tan tácticamente calculado milímetro a milímetro que pasó desapercibido a nuestros ojos y los de los demás.

No nos damos cuenta de lo que hemos amado con pasión, hasta que el sueño se desvanece. Cuando llega el adiós inesperado. La frase hiriente tantas veces callada. El desencuentro maquillado de rutina. La conformidad. La disculpa. El perdón que nos pidieron y jamás se nos ocurrió negar. La tremenda desazón.

No nos damos cuenta de lo que pudimos llegar a ser y olvidamos en el camino. Y de lo que somos a fuerza de tesón y férrea voluntad.
Ni valoramos el habernos forjado a hierro y yunque, derramando lágrimas y escondiendo sonrisas. Tejiendo esperanzas en hilos tan finos que se fueron deshilachando y volvimos a anudar con torpeza, artesanía, belleza o improvisación. Pero los fijamos bien fuertes…sin medir el precio de   nuestro valor o la eternamente defendida dignidad.

Nos creímos dueños del universo, basándonos en palmadas y elogios.
Y cuando caímos, el estruendo fue mayor.
Nadie tendió la mano para ayudar a levantarnos, a apretarnos con firmeza contra el pecho, a pedirnos que no decayéramos, a explicarnos con paciencia que la vida no era buena ni mala, ni vengativa ni irreverente.
Solo era una sucesión de pruebas que debíamos ir cumpliendo y aprobar.
Paso a paso.
Poco a poco.
Sin creernos el centro del mundo ni el último que llegaba preguntando “¿qué lugar ocupo yo?”.
Hasta que caímos en la cuenta que confiar era imprescindible, pero también palpar el hoy.
Nos costó sangre, sudor y lágrimas aprender que los proyectos tienen corta, mediana o larga duración. Y los sueños hay que guardarlos bajo siete llaves, porque cuando menos lo esperas te asaltan y se los llevan o se cumplen tal y cual pediste en el “mantra” repetido como oración.

No nos damos cuenta del poder inmenso con el que cada uno nace.
Tampoco de nuestra capacidad de protegerlos.
Seguimos avergonzándonos que nos tilden de “locos”, “desubicados”, de “no asumir nuestras limitaciones”, ni que “ya no estamos en edad…”

¿Y por qué no?...Sencillamente me pregunto…¿por qué no?...
Tengas los años que tengas, siempre hay espacio para el milagro, para el descubrimiento, para abrir caminos donde nadie ha osado sembrar.
Siempre un pequeño hueco donde puedes introducirte y teñir  la imagen en blanco-negro, con el color que tengas a mano. Con cualquier color, porque lo que verdaderamente importa es darle un toque inimaginable, y lo valedero,  “atreverse a destrozar el lienzo y pintar”.

Perfilar tus ideas.
Darles forma.
Tirar prejuicios solo empujando  un dedo.
Solo hay que saber esperar. ¡Y cuánto cuesta hacerlo!
Pero no nos damos cuenta que “no es lo que uno pierde, es lo que uno gana en cada pérdida”.
Y cuanto antes nos demos cuenta de la inmensidad de la frase…todo será más llevadero y comenzará a mutar.
Cuanto antes la interiorices, te convenzas que no es una utopía, algo despertará con una rapidez inconmensurable, y tú, solo tú serás el “culpable” de cambiar esa vida que jamás imaginaste  serías capaz de moldear…

(cora.lasso@hotmail.com)






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