CARPE DIEM (Horacio 65aC-8aC) “Toma este día como si no fuera a existir el siguiente”

domingo, 14 de octubre de 2012

EL MIEDO



El miedo


Aunque lo neguemos y aunque no lo querramos ver, estoy convencida que nuestro pasaporte a la vida tiene fecha de caducidad .

En cuanto abrimos los ojos y salimos por primera vez al mundo, lo hacemos con tanta prisa que ni siquiera ojeamos  lo que dice entre sus páginas flamantes y nuevecitas: que es con lo que cargamos, que no podremos llevar, lo que tendremos que dejar en casa antes de partir.

El miedo es un pesado equipaje del que nunca nos podremos desprender. Siempre nos va a acompañar hasta que “quien tenga que venir” nos de una palmadita en el hombro, nos haga un gesto o un guiño anunciando que el tiempo se ha agotado y es hora de decir adios

Como un lunar, una marca de nacimiento, una pequeña cicatriz tendremos que aprender a convivir con él, a integrarlo en nuestro día a día,  hacerlo partícipe de nuestras noches y preocupaciones. De nuestras lágrimas y  desvelos. También de la alegría. De la euforia. Del dolor.

Sencillamente está allí y por más que le humillemos con nuestra prepotencia, le quitemos importancia, lo apabullemos con frases grandilocuentes o fueras de tono, pasará de nosotros sonriendo para sus adentros sabiendo que aunque no nos atrevamos a confesarlo, es él quien ganará y ganó.

Por eso no dejemos que nos invada. Pongamos freno y barrera de una vez por todas a esa sensación tremenda de inmovilidad que precede a la desazón encarándolo con un: “¡Sí señor, todos tenemos miedo y mal que le pese, si USTED está ahí, aquí estoy YO!”

Hay miedo porque te amo y no me amas. Miedo porque me encadené a tu vida que no es la mía y ya no sé que es peor. Miedo a vivir con indolencia. A pelear y ser vencido. A perder y a triunfar y cuando gane la partida no tener la menor idea que hacer para subir el listón.

Ese miedo y esa angustia forman parte de una vida que sé bien, no pediste, pero se te dio. Sé tremendamente egoísta y aprovéchala al máximo. No es fácil, tómalo como un ejercicio rutinario pero ¡pónlo en práctica por favor!

Convéncete que eres un gladiador sin espada, escudo ni coraza rodeado de enemigos que debes sortear. guiado por el convencimiento de encontrar una salida y  retén ese objetivo como una fijación

Saca fuerzas de donde nunca imaginaste. Lucha poco a poco  sin bajar los brazos contra tus propias inseguridades y titubeos. Comienza a respetarte a ti mismo y  valora tu capacidad. Si te dan un golpe, retrocede y crece. Ponte de pie. Vuelve a intentarlo y comprobarás que cada vez avanzas y pisas más fuerte y ya no eres un peluche ni un muñeco de latón

¡Cambia tu actitud por la de un guerrero!. Si recibes palos, sopórtalos y deja que curen tus heridas quienes te quieren bien. Toma conciencia que estás entero y estás vivo. Ríe y besa. Arropa y déjate amar por quien te merece. Separa la paja del trigo y guarda en tu morral la mejor.

 Distingue y compara. No pierdas el tiempo lamentándote por lo que pudo suceder y no sucedió, viendo mientras tanto lo que se mueve a tu alrededor como un simple espectador.

Y aunque tropieces y te equivoques, aunque te culpes y te arrepientas de haber comenzado ¡inténtalo una y otra vez! hasta que llegue el día en que  aún con recelos, vicisitudes, adversidades y errores entiendas que no ha llegado la hora de la despedida, vale la pena estar vivo y has aprendido la lección.












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