Cuando era pequeña y me golpeaba, me
caía o hacía daño recurría a mi abuela María- muy sabia e inteligente- que después de pasar la mano por la herida siempre
aconsejaba con una sonrisa: “Tú eres más
lista que él. Duélele al dolor”.
Una recomendación que intento no
olvidar, sobre todo en estos tiempos que corren donde ése dolor parece haberse
arraigado con fuerzas sin ganas de soltarnos, y en el que hay que tener
demasiado temple, una increíble fuerza de voluntad y convencimiento para no
bajar los brazos, seguir luchando, salir adelante.
Vivimos en un mundo donde lo
negativo, aventaja a la esperanza y
sin darnos cuenta atraemos la negrura, la desazón, el desconcierto. La falta de
motivación.
Mi hijo menor me regaló hace un
tiempo un libro que acabo de releer (El Secreto, de Rhonda Byrne), donde la
autora repite que tengas la religión que tengas, creas en quien creas, sigas a
quien sigas, tanto el hinduismo como el budismo, el judaísmo o el cristianismo
los grandes Maestros nos” enseñan que
la ley de atracción es la más poderosa del universo; ha existido desde los
albores del tiempo y siempre existirá”
¿No te has dado cuenta que cuando
estamos metidos de lleno en un problema atraemos a personas que están igual (o
peor) que nosotros como un imán?, Byrne
lo resume en pocas palabras: “Lo semejante atrae a lo semejante”
Siempre he tenido en claro que por
más que haya que enfrentarse a decenas, cientos de adversidades, no hay que
regodearse en ellas, abandonarse, sentirse desdichado, sino visualizar con
toda nuestra energía un futuro mejor convenciéndote que: “Si lo ves en la
mente, lo tendrás en la mano”
Hace unos días te repetía que tú
eres el dueño de tu vida y así es…¿entonces?
¡adelante! Moldéala como si fuese un trozo de arcilla, lima aristas, dale
forma, intenta que poco a poco se convierta en la pieza que has soñado y no te
amilanes si al principio se rompe, resquebraja, tengas que volver a dibujarla
hasta que esté completamente lista según la imaginaste.
“Piensa en lo que quieres, y
no en lo que no quieres”. Escucha lo que dice tu voz interior porque tus
pensamientos “son las semillas y la cosecha dependerá de cuantas hayas echado
sobre la tierra”.
No te des por vencido si una
tormenta arrasa con todo y has perdido el fruto de tu trabajo. Rebélate contra
el impulso de echarte a sollozar eternamente, compadecerte de ti mismo, pegar
un portazo, olvidar tu meta.
Llora hasta que no tengas más
lágrimas. Grita hasta que te quedes sin voz. Maldice todo lo que tengas que
maldecir. Desahógate. Rebélate. Enfádate. Pero una vez que hayas llegado al
fondo, una vez que sientas que ya no tienes más fuerzas para lamentarte, CRECE,
RECAPACITA, ENDERÉZATE, RECOBRA EL ESPÍRITU y hazme caso convéncete que:“Tú
eres más fuerte que él y duélele al dolor”
Hasta la próxima
No hay comentarios:
Publicar un comentario