No voy a hablar de batallas perdidas ni victorias ganadas.
No voy a
hablar de desilusiones ni de sueños que no se cumplen.
Ni de
traiciones impensables. Ni estafa moral. Ni de frustración.
Voy a
compartir con vosotros algo que me envió un buen amigo; una historia chiquitita, una fábula que de
pronto conocéis y si no es así, seguramente os hará pensar, reflexionar y
entender las misteriosas paradojas de la vida.
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(La
transcribo textualmente como me llegó)
“Había una vez un grupo de ranas que viajaban
por el bosque despreocupadas, hasta que dos de ellas cayeron en un profundo
pozo ante el estupor de las demás.
Asustadas y sobrecogidas por el temor, se reunieron
alrededor del hoyo. Calculando la distancia que las separaba y gritando les
explicaron que era imposible rescatarlas, que resultarían inútiles los
esfuerzos y se dejaran morir. Pero las dos ranas no hicieron caso a lo que
repetían sus amigas y con todas sus fuerzas brincaban para
alcanzar la boca del pozo y salir a la superficie
Finalmente una de ellas escuchó atentamente lo que
decían y dejándose llevar por el
cansancio, desplomándose agotada, murió.
Su compañera continuó saltando tan
fuerte como le era posible, aunque la multitud de ranas le gritaba y hacía señas para que dejara de sufrir y que
simplemente se dispusiera a rendirse ya que no tenía caso seguir luchando.
Pero ésta saltó, saltó y saltó cada vez
con más fuerza hasta que finalmente logró salir del pozo, Cuando las otras le dijeron:"nos da gusto que hayas
consiguieras salir, a pesar de lo que te gritábamos”, mirándolas incrédulas, les explicó que era sorda, y pensó que las demás la estaban animando a
empeñarse a salir del hoyo. Por eso se esforzó”.
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La palabra tiene poder de vida y muerte.
Una palabra dicha a alguien que se siente desanimado puede ayudar a levantarlo y
sacarlo de un pozo, o a darse por vencido, rendirse. Abandonar.
Cualquiera puede decir a los demás
palabras que roben el espíritu que les
impulsa a seguir adelante. En tiempos difíciles como los que vivimos, tengamos
cuidado con lo que decimos, pero sobre todo, prestemos atención a los que
escuchamos. Dejémonos guiar por el corazón.
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Nunca
retrocedas ante un: “No puedes. No eres capaz. Estás acabado”. Aunque creas que
es inútil esforzarte INTÉNTALO.
Hasta
la próxima…
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