Nada tiene que ver con tu edad, tu
status social, tu condición. No importa quien has sido ayer ni tampoco quien eres,
la mayoría fuimos enseñados con disciplinas diferentes que
coinciden en una idéntica lección:
“Llorar no sirve de nada”. “Esto no te incumbe”. “Debes controlar tus
impulsos”. “Comienza por frenar la emoción”. “No mires allí que te hace daño”.
“A ti no debe importarte”. “ No es tu lucha”. “No te metas”. “Por algo
será”. “No le prestes atención”.
Egoístamente estos conceptos los hemos adoptado sin
rechistar repitiendo como una letanía para convencernos que:
“Hay un mundo allá afuera que sufre, pero
sumergirme en él, averiguar los motivos, tender una mano, participar, no es de
mi incumbencia. Duele. Hace daño. Lastima. No me han educado para esto.” “No
tengo intención de pararme a pensar”. “Mejor me voy”.
No hemos tenido en cuenta que la
vida es una enorme caja que encierra un
misterioso regalo, de nosotros depende romper el envoltorio y adivinar como se usa el
mágico cacharro que nos han entregado
sin manuales de instrucción.
De nosotros depende- repito- averiguar
cómo, cuando y en que momento ponerlo en marcha. Procurar que descanse.
Activarlo nuevamente. Cambiar piezas y engranajes. Modificarlo, Reformarlo y
darle vueltas hasta encontrar donde está el fallo y cual es la solución.
Siempre hay tiempo para
reflexionar, mirar atrás. Evaluar. Pensar
en quienes nos hemos convertido. Cambiar de cabo a rabo y girar el rumbo siendo
los primeros sorprendidos por esta evolución.
Vivimos una tremenda crisis, es
cierto. Pero intentemos que no cercene
nuestras posibilidades de crecer ni nos anule como seres humanos arrasando los
sentimientos verdaderos ¡que siguen
estando allí!, a punto tal que anule la emoción.
Si hay algo de positivo en éste tsunami que nos ha dado en las narices, es que finalmente hemos comenzado a reconocernos
como personas, a crecer como tales y a comprobar que no estamos solos …hay
muchos en nuestra misma situación…
¡Deja entrar en tu vida a los que
intentan ayudarte sin pedir nada a cambio!. Logra que te entiendan y entiéndeles. No gires la cara ni escondas las manos. Reflexiona codo a codo con ellos. Habla y comprende el desahogo ajeno. ¿Sólo no puedes con esto?. No te cierres ante nadie. Derriba tus temores.
Escúchalos...
Hasta la próxima…
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