Te miras al espejo por enésima vez y no reconoces la imagen que te devuelve. Los ojos se han empequeñecido. Las arrugas a los costados de la boca pronunciado. El pelo ya no está donde debería estar…se asemeja al de un bebé… lo sientes tan frágil que con solo un tirón podrías arrancarlo sin dificultad mechón a mechón.
Intentas convencerte que “la arruga
es bella” y repites la frase mentalmente
como un mantra sabiendo que tu cuerpo ha cambiado. No hay ojos que te observen
con interés. Miradas cargadas de deseo. Chispazos de locura. Arrebatos de
pasión.
Es cierto que nada es igual porque
has cruzado el umbral de los sesenta y ni siquiera a codazos estás en
condiciones de competir. Rivalizar con esos que sin pedir permiso, se entremezclan
en tu mundo con códigos propios, hablan de vidas ajenas como si les
pertenecieran, relatan experiencias y trayectorias de personajes que ni te
suenan, jamás has sentido nombrar ni tienes
el gusto de conocer .
Con esa tremenda sensación de estar
suspendida en el pasado, fuera de tiempo y de lugar, ni siquiera te has planteado
que existen los que humillan sin descarado y los que se dejan humillar sin
capacidad de reacción.
Tampoco te has detenido a pensar
que los espejos son fríos y despiadados
y colocan delante una imagen que no es
la tuya. No te cuestionas si mienten
impiadosos y ni siquiera llegan a ponerse de puntillas para atisbar nuestro
interior.
Estamos de
acuerdo. Eres una señora, o un hombre mayor…¿y qué?...Ya no puedes
recuperar la juventud perdida ¿pero cuanto has luchado por ser quien eres hoy?
Tus manos están ajadas de recoger
migajas de desconsuelos propios y ajenos. Tus brazos, casi sin fuerzas de esquivar
golpes y acarrear dolor. Has transitado
no solo tu camino sino el de los otros,
ayudándoles a mirar hacia adelante si se extraviaban, cogían el rumbo equivocado o se dejaban hundir en la
desesperación.
Has reído hasta quedar exhausta y llorado
más allá de la frontera que perfila la
emoción. Has trabajado para moldearte a
ti misma con poca ayuda del resto. Te has equivocado y acertado. Perjurado y
maldecido. Has vuelto a confiar aún siendo estafada. Has aprobado una a una las
asignaturas de la vida y aunque todavía te quedan algunas materias sueltas,
sabes que el tuyo ha sido un carrerón.
No pretendas ser eternamente guapa.
Perpetuamente inteligente. Lúcida. Fresca. Lozana. Entiende que es totalmente
cierto que “lo esencial es invisible a los ojos” y la auténtica belleza, ésa
que crees nadie ha visto, sigue ahí, intacta
en tu interior.
¡Vive y exprime hasta el último minuto de tu
vida!. Disfruta hasta el infinito de
ella. Ríete de tus meteduras de pata y tus despistes. Muéstrate
tal cual eres sin tapujos. Ama. Discute. Pelea. Lucha como si no hubiese
calendarios, tiempos ni edades para hacerlo.
No olvides jamás quien fuiste ni
quien eres. Sé tú misma sin dobleces y feliz sin pedir perdón por serlo. Si has dado un paso convencida que has hecho
lo correcto, si estás en paz contigo misma, nunca te arrepientas por temor…
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