Es una palabra que ni siquiera
conforma una frase y estamos tan poco acostumbrados a decirla en voz alta, que solo el hecho de imaginar que puedan
pensar los demás cuando la escuchen, nos acobarda y reprime.
Hemos sido educados para ser
correctos sin salirnos de las normas que nos impusieron. Ver, oir y callar.
Guardarnos lo que pensamos y realmente sentimos, porque al hacerlo, tuvieron
la sensación que decir una
verdad a medias o esconder bajo siete llaves nuestros pensamientos resultaba más elegante, menos agresivo y cuajaba
muchísimo mejor.
Yo te propongo que olvides
lecciones que rozan el cinismo, pegues un salto descomunal, levantes la cabeza, enseñes con orgullo tu
verdadera cara. Empieces a ser tú misma
y aprendas a decir NO.
Comienza desde abajo y si alguien
te recrimina que no has “seguido sus
reglas y lo hagas de inmediato”, sin que te tiemble ni el pulso ni te remuerda la conciencia, alzando la voz
como nunca lo hiciste responde con un NO.
NO eres esclava de nadie y si desde
un principio por un erróneo y equivocado concepto de educación y complacencia te mostraste dispuesta, amable o sumisa a golpe de dignidad reinvidica
tus derechos, quítate la máscara que
hasta ahora llevaste por comodidad. Marca tu posición.
Jamás vayas donde no quieres ir ni
estés con quien no quieres estar, sin que por ello te obligues a buscar excusas
o pretextos absurdos que ni siquiera te convencen. Y aunque la voz se desgarre
y duela hacerlo grita NO.
NO aceptes que te humillen sin
motivo, ni te recuerden a gritos lo que han hecho por ti cuando no es verdad,
buscando que te avergüences, ni te cuestiones sin razón. Entonces mira de
frente y sin miedo al que lo hace y repite sin titubeos que “ASÍ NO”.
NO te dejes arrastras ni contagiar
por la cobardía que marca al resto de los que te rodean. Sigue tus propias
reglas. Escucha lo que te repite tu yo interior. Si algo te fastidia, te duele,
te hace daño, provoca tu propia
vergüenza, da un portazo afectivo y demuestra que se acabó.
Empieza por respetarte para que los
demás se enteren que NO eres una
oveja más del rebaño, sino la mejor. NO olvides jamás que la soledad es dura, lastima, hiere y hay que estar muy
preparado para sobrellevarla. Pero también recuerda que estar mal acompañado es
infinitamente peor.
Pon en claro tus ideas. Ata bien
cortas las riendas del impulso y hasta que NO estés totalmente convencida del
camino que quieres recorrer, ni eches la vista atrás ni te dejes seducir por promesas que se
olvidan ante el primer desencuentro y el penúltimo adios.
Hasta entonces no cedas ni
claudiques. Avanza lo que tengas que avanzar hasta llegar a la meta que te has
propuesto. Sólo entonces, sólo en ese momento, deja de repetir NO.
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