Estoy
convencida que no sucederá...pero cuando me quede sin sueños me fijaré en un
niño y me sentaré a su lado.
Le miraré
moverse.
Le escucharé
hablar.
Me dejaré
llevar por el sonido de su voz.
Cuando
sienta que mis fuerzas flaquean, que he pasado tanto y ya no pueda más, en ése
mismo instante me haré un ovillo a su lado, me convertiré en compañera de
juegos, cómplice de hazañas increíbles, dueña y señora de mi destino sin dar un
paso atrás y sin pudor.
Entonces, el
aquí y ahora tendrá más valor que nunca.
La magia
tomará el relevo del temor.
Y aunque el
futuro tenga alas y nadie se atreva a predecir “cómo, cuándo y dónde”, intuiré la respuesta con anticipación.
No me
importará construir castillos de arena que sin permiso arrastre el mar.
Volveré a
levantarnos una y otra vez sin pensar que alguien vendrá a copiarlo ni calcarlo, porque
“ése” tendrá una impronta, un sello y una firma que lleva escondida mi ternura,
mis deseos y mi voz.
Me rebelaré
cuando lo considere justo y necesario sin tener en cuenta que el otro está en
mejor posición.
No habrá
fronteras infranqueables, ni charcas imposibles de saltar.
Sea como sea
llegaré a la otra orilla pidiendo ayuda a voces, arreglándomelas sola o
buscando una rama donde asirme pues hay muchas tendidas a lo largo y a lo
ancho dispuestas a sostenerme sin pedir
a cambio ningún tipo de favor.
Si no tengo
esperanzas ¡estará en mí moldearlas!
Seré
arquitecto, astronauta, marino o guerrero sin que nadie ponga coto a mi
ilusión.
Escucharé
sin que lo adviertan conversaciones de
adultos sabiendo que pasarán por
alto que allí estoy.
Tejeré e hilvanaré
historias.
Buscaré culpables, mentirosos e inocentes hasta sacar mi propia conclusión.
Buscaré culpables, mentirosos e inocentes hasta sacar mi propia conclusión.
Abusaré de
la naturalidad y el desparpajo.
Me sonaré la
nariz con la punta del vestido recién comprado.
Restañaré con aerosol dorado, heridas del corazón.
Restañaré con aerosol dorado, heridas del corazón.
Removeré
papeles de escritorios impecables.
Pintaré con
sonrisas rostros de enfado y mal humor.
Me negaré a
aceptar un “no” rotundo por respuesta, sin que antes me expliquen “porqué no”.
Cuando me
quede sin sueños, buscaré un niño y me sentaré a su lado suplicando contagiarme de locura.
O tal vez lo
busque en mi interior.
Seguro que
estará esperando que lo encuentre.
Jamás se ha
movido de su sitio.
Nunca me
abandonó….
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