Hace apenas unos días a los noventa y seis años, fallecía José Luis Sampedro, filósofo, intelectual,
humanista y escritor, que ha dejado legados inolvidables.
Pero sobre todo
palabras, consejos y enseñanzas que nadie debería pasar por alto ni desdeñar:
“Se habla mucho del derecho a la vida, pero hay algo más...¡tenemos
el deber de vivirla!...”, (repetía)
Desde que “no sabíamos ni sonarnos la nariz” nos hemos visto empujados a mirarnos en otros espejos copiando esquemas,
imitando proezas ajenas o cayendo en
falsas copias para vivir “la vida de los
demás”.
Está comprobado que dos hermanos criados de la misma
forma y con las mismas pautas de libertad, solidaridad, amor y comprensión,
difieren totalmente el uno del otro.
También que cada ser humano es un ser individual.
Único. Irrepetible. Tiene su propio talón de Aquiles, su manera de cometer
errores. Su capacidad para admitirlos o negarlos. Su propia vergüenza. Su
dignidad.
Con el paso de los años – después de haber escuchado
hasta el infinito: “toma ejemplo de…”, “si me hubieses prestado atención…”, “ya
te lo advertí…”, “¿por qué no haces lo mismo que…”- algunos (afortunadamente) descubren que las experiencias
son intransferibles salvo para comparar lastimosamente. Herir. Perjudicar.
Aprenden que una misma partitura tiene diferentes
lecturas. Hay mil formas de templar los
acordes, personalizarlos, poner la impronta y sello para dulcificarlos o
potenciarlos con mayor suavidad o estridencia, pero nunca igual…
Que los moratones en el cuerpo y el alma son inevitables y son justamente ellos,
los que te llevan a “intentar” no volver a cometer los mismos errores tomándote
tu tiempo para reflexionar cada paso. Medir cada palabra. Sopesar las dos caras
de la moneda antes de actuar.
En esta lucha interna
y silenciosa donde te enfrentas a la encrucijada de decidir qué camino tomar,
que es lo más prudente, beneficioso y conveniente para ti mismo, sí que estás solo. Nadie te puede ni debe ayudar.
Eres el dueño de tu tiempo, tu espacio y tu futuro. El
amo y señor de la realidad por la que transitas y del “mañana” por el que
deberás andar.
Haz el camino ligero de equipaje. Aparca las dudas.
Frena el miedo.
Estoy segura que otra reflexión de José Luis Sampedro
te servirá:
“El miedo inmoviliza, hace que no se reaccione, no se
siga adelante. Lucha contra él. Es mucho más fuerte que el altruismo, el amor o
la bondad. No le dejes entrar”
Hasta
la próxima…
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