CARPE DIEM (Horacio 65aC-8aC) “Toma este día como si no fuera a existir el siguiente”

miércoles, 3 de abril de 2013

LAS TRAMPAS




Cuenta una leyenda que dos bebés – gemelos- esperaban acurrucados y ansiosos en el vientre de su madre,  el día de nacer. Entre ellos había una enorme diferencia.
Mientras uno resoplaba, daba golpes contra las paredes, no dejaba de refunfuñar y maldecir por el “encierro obligatorio”, el otro esperaba a que pasaran las horas escuchando los ruidos del exterior con atención,  la música que llegaba desde lejos y  bebiendo a tragos pequeños lo que suponía era la felicidad.
En algo se parecían: ambos tenían miedo.

El que  incordió durante  nueve meses, fue el primero en salir al mundo y como el parto no era sencillo se vio obligado a volver a entrar.
Fue entonces que le dijo a su gemelo: “¡Quédate aquí, no te muevas, fuera hay un montón de gente con prisas chillando, dando órdenes, vociferando, y personas que te quieren matar!”.

Cuando desapareció, el pequeñín se hizo un ovillo y después de gimotear un momento pensó: “Tengo que enfrentarme a lo que sea y si no sé cómo hacerlo, alguien me enseñará. Habrá mucho tiempo para aprender y si me equivoco, mucho tiempo más para rectificar. No voy a dejarme engañar por la trampa que me ha tendido mi hermano ni por sus mentiras. No voy a quedarme aquí solo. Voy a salir e intentar hacerlo bien…”

Es cierto que nada es lo que parece. Y también que la vida tiende millones de trampas que hay que aprender a sortear.

Duele reconocer que en ocasiones el amor no es generosidad, sino egoísmo del que creías  “te quería bien”.
Que maneja el silencio como castigo.
Que intenta hacerte sentir culpable para obviar su propia culpabilidad.

Duele comprobar que aunque seas inteligente y eficaz  en  tu trabajo los amiguismos pueden más.
Duele constatar que el éxito y el fracaso son tan frágiles y endebles, que con solo pestañear cambian de posición sin que te des cuenta y también de lugar.

Duele vivir curando heridas del cuerpo y el alma, pero hay que aceptarlo ya que en eso reside la historia  desde el principio de la humanidad.

Leo la frase de un  conocido psicodramatista y escritor (Jorge Bucay): Nadie puede saber por ti. Nadie puede crecer por ti. Nadie puede buscar por ti. Nadie puede hacer por ti lo que tú mismo debes hacer”.

Yo agrego: no pretendas madurar con el paso del tiempo.
Sencillamente VIVE.
Saborea los pequeños momentos o destellos de plenitud.
Intenta superar la desazón y debilidad.
CRECE hacia afuera y hacia adentro.
Recuerda que: No se madura. Se envejece…” cuando lo hayamos entendido puede ser muy tarde y ya no habrá vuelta atrás.




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