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Hoy no tengo ganas de hablar ni que me escuchen.
No se me antoja entrelazar aparejos de ilusiones.
Hoy no tengo ganas de sentirme tironeado, vapuleado, traicionado.
Será por eso que te pido ni te acerques ni me toques.
Será por eso que te pido ni te acerques ni me toques.
Hoy no quiero hacer quinielas de futuro. Ni planes de mañanas ni de soles.
La lluvia cae despacito y me desangro.
La incertidumbre y el pánico son roles.
Lloro lo que tengo que llorar. Me enfurezco y pregunto dónde voy sin hallar respuesta a pretensiones.
Lloro lo que tengo que llorar. Me enfurezco y pregunto dónde voy sin hallar respuesta a pretensiones.
Pero miro el pasado: en vano no he vivido, me he esforzado por defender a "puñetazos" proyectos transgresores.
Ideas alocadas. Trocitos de quimeras. Historias inconclusas. Realidades y hechos. Sinsabores.
Amé, amo y me han amado.
Conocí la risa falsa y la traición, también el doble rostro camuflado sin penas ni rubores.
No me arrepiento de haber dado sin pedir.
De agradecer el abrazo envolvente espontáneo e impetuoso.
Del guiño y las penas compartidas.
De reír a carcajadas cuando menos se lo esperan.
De mantener intactas convicciones.
¿Qué hoy no tengo ganas?...
¡Pues no es cierto!
Ante la adversidad me crezco ¡y mucho!
Escondo mi pañuelo en el bolsillo. Remango mi camisa. Miro al frente. Escudriño y oteo el horizonte.
A pesar de la experiencia y los dolores vuelvo a tropezar con otra piedra.
Trastabillo y me caigo y me incorporo.
Ahuyento el rencor a navajazos.
Me sumerjo en la espuma del “no odio”.
Si llegué aquí seguro que es por algo.
Y mientras “ese algo” llega, me encontrará despierto, atento, sigiloso.
La vida me sorprende y sobresalta.
Pero debo cogerla con cuidado moldeándola a mi antojo.
Quizás por eso y ahora más que nunca ni lucho contra ella ni me opongo.
Sencillamente VIVO, que ya es decir mucho, y en esa apuesta sí voy a por todas y a por todo.
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