CARPE DIEM (Horacio 65aC-8aC) “Toma este día como si no fuera a existir el siguiente”

martes, 3 de septiembre de 2013

MENSAJES DENTRO DE UN LIBRO



Tengo amigos que aunque hayan pisado los setenta, estén a puntito de hacerlo  o cruzaron hace  tiempo ese umbral, se les ve tan vitales positivos y arrolladores que su juventud  echa para atrás
Alimentan cada día un sueño. Diseñan un nuevo  camino. Dan rienda suelta a sus ideas. Abren las puertas a la locura dejándose contagiar por el sin sentido.  Esconden la mochila de los sinsabores y cuando comienza a amanecer – dando carpetazo al ayer-  también se preparan para  luchar  

En contrapartida conozco otros, que a los veintitantos parecen ancianos. La apatía les puede y vagan confusos sin encontrar una seña, un sendero. Un motivo para no abandonarse, algo que les lleve a remar.

No se arriesgan a dar un paso en falso por temor al fracaso o lo que es peor, al qué dirán. Viven sin vivir. Les aterra el riesgo. Vuelan casi al ras del suelo y en algunos casos prefieren esconderse, cerrar puertas y ventanas para escuchar en solitario el tic tac de su corazón.

Sé de muchos que al borde de los cincuenta, comienzan a temblar pensando en el futuro. Por donde encaminarán sus pasos y hacia donde les llevarán.

Añoran  la agilidad,  la mente y  reacción de otros tiempos y repiten la misma frase: “si pudiese dar marcha atrás”, ajenos al que retroceder cuando  se está en carrera es una utopía, una idea descabellada. Un imposible porque el tiempo “tiene una manera de moverse rápido y pillarte desprevenido cuando ya no hay vuelta atrás ni opción”.

Las etapas se saltan.
Los ciclos se queman.
Los retos se viven con inocencia, valentía. Desprejuicio. Espontaneidad. Lágrimas y carcajadas. Dolor.

Pero lo importante y fundamental es exprimirlos y abrirse paso apartando telarañas, acidez y amarguras. Tormentas y vientos. Desengaños y frustraciones. Dar un cambio de cabo a rabo. Experimentar.

Me han prestado un libro y lo abro. Alguien ha escrito con letra apretada en un folio escondido entre sus páginas:
“Parece que fue ayer cuando me veía  joven, recién casado y embarcándome en una nueva vida con mi pareja. Pero en cierta forma parece que fue hace mucho tiempo y ahora pienso donde se fueron los años. Sé que los he vivido todos. Tengo visiones como fue entonces, también de mis esperanzas y sueños”

“Pero aquí está el invierno de mi vida que me pilla por sorpresa. ¿Cómo llegue aquí tan rápido? ¿Con quién se ha marchado mi juventud? Recuerdo  haber visto gente mayor a través de los años y pensaba que  estaban muy lejos de mi y que ese invierno estaba tan distante que era imposible diseñar cómo sería…”

 
“Pero aquí está. Con mis amigos retirados y volviéndose "grises", moviéndose con la lentitud de una persona mayor. Algunos  en mejor forma, otros peor que yo, pero veo el gran cambio. No como las que recuerdo jóvenes y vibrantes, sino como yo. Y he descubierto que  somos aquellas personas mayores que solía ver y que nunca pensé que sería…”

 
“Ahora, cada mañana encuentro que solo el tomar una ducha es uno de los acontecimientos reales del día. Y echarme una siesta ya no es algo agradable como era, es algo obligatorio. Ya he trabajado demasiado. Ya no me golpeo el pecho con culpa por entrecerrar los ojos, cabecear, estirarme en el sofá y nadie va a venir a recriminarme  que soy un vago o que “aquí no”


“Entro en esta nueva etapa de la vida sin preparación alguna para todos los dolores y achaques, para la pérdida de fuerza o habilidad para ir y hacer todas las cosas que quisiera haber hecho pero que nunca hice”
“Si todavía no has llegado a “tu invierno”,  permíteme recordarte que estará aquí mucho más rápido de lo que piensas. Por lo tanto, cualquier cosa que quieras lograr no la postergues ni  pospongas por mucho tiempo. La vida se pasa rápido. Haz todo lo que puedas hoy, porque nunca estarás seguro si ya es tu invierno o no, ni siquiera manejas plazos ni fechas. No sabes cuándo llegará.”
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Coloco el mensaje con cuidado en el mismo sitio donde lo encontré. De manera impulsiva relleno otro folio en blanco con algunas frases con la esperanza que a alguien, le pueda ayudar.

Y escribo: “Vive el hoy y di todas las cosas que quieres que tus seres queridos recuerden. Ponle palabras al cariño,  a las risas y a los pecados. Al enorme placer de amar”

“Emborráchate de energía. Imagina. Proyecta. Anímate a decir que “puede ser un gran día” y seguramente lo será. No te avergüences  de tu cuerpo que ya no es el de antes y muéstrate tal cual eres, el que no quiera mirar que gire la cabeza y tú ¡en paz!”

“Baila al ritmo que tú te impones y no al son de los demás. Toma buena nota del color del amanecer. Saluda a la luna con la pasión de un adolescente. Bésale las mejillas y los labios con tu imaginación”.

“Exprime cada etapa de tu vida y sácale jugo a tu experiencia, que en definitiva, es lo que al final te llevarás cuando sientas que se acerca el último suspiro”

Sé tú mismo sin avergonzarte.
Egoístamente, cada día que pasa aprende a quererte un poquito más, y más, y más….”

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