Cuando tenía
cuatro años ya leía de corrido todo lo que me ponían por delante. No es que
fuera un genio, solo que un entrañable primo hermano ocho años mayor que yo, jugaba a ser profesor y me tenía como
única y aplicada alumna que seguía sus instrucciones al pie de la letra
juntando como me indicaba sílabas, palabras hasta formar una oración.
A los siete,
tenía clara mi vocación y a todo el que me preguntaba le decía que quería ser
periodista.
A los diez,
una tarde de verano, caminando junto a una tía materna – que prefiero olvidar-
le confesé a media voz: “de mayor quiero ser alguien, hacer algo, entrevistar
a gente que tenga algo que decir y aprender de ellos…”.
También
recuerdo que lanzó una carcajada y me miró como diciendo: “Madre del amor
hermoso, ¿tú? ¡Nooo!…” y fue en ese mismo instante que me prometí en silencio que iba a cambiar,
fuera como fuese ese “¡Nooo!...”
Ha pasado
mucho tiempo desde entonces y si echo la vista atrás no me arrepiento de haber
abrazado el periodismo con pasión. He viajado por el mundo. He entrevistado a
personajes variopintos: mandatarios, artistas, mafiosos con “corte a cuestas” que
besaban el suelo que otros pisaban, estrellas
que relumbraban con luz propia. Políticos corruptos y honestos. Pintores bohemios.
Chorizos de alto vuelo y ladrones de poca monta. Poetas, arquitectos sin títulos que levantaron obras
maravillosas…
La lista
sería interminable…pero de todos ellos me
llevé algo, todos me regalaron sin
saberlo alguna lección. Y estoy segura – más que segura- que aquel “¡Nooo!!!”
dicho una tarde de verano por esa mujer envenenada en su propia frustración, mucho tuvo que ver para cambiar el
concepto y la visión que hasta entonces tenía del ser humano.
Por eso, te
aconsejo que jamás cuestiones si puedes
hacer algo. Sencillamente ¡hazlo!, el poder de acertar o equivocarte es solo
tuyo y a nadie tienes que rendir cuentas de porqué fallaste o te tembló la mano
al tensar el arco. A nadie tienes que
darle una sola explicación.
Nunca te
preguntes si estás “preparado”, convéncete que sí lo estás y da el primer paso,
el siguiente, el otro, el otro puedes modificarlo y al ver que llegas a donde
te propusiste te hará sentir vencedor.
El miedo no
es buen compañero de viaje, con un apretón de manos ¡despídelo!.
Entiende que
solo tú, eres ingeniero del camino que vas a construir. Acepta los consejos que te susurran, pero antes de hundir la pala en la tierra y colocar los rieles en el camino
¡sopésalos!
No te creas
ni más ni menos que los demás, pero ten absoluta confianza en lo que eres capaz
de hacer y si hay que empezar desde cero mil veces ni lo dudes ¡empiézalo!...
Todos los
¡¡¡Nooo!!!, encierran un motivo y si alguien te lo lanza al aire, pide una explicación.
Rompe
barreras, moldes, esquemas. Atrévete aún cuando tengas terror a los resultados
y te asombrarás de los resultados.
Recuerda:
“Nunca digas nunca…” pero jamás te dejes intimidar por un “¡Nooo!...”
Hasta la
próxima.
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